Este martes 30 no hay edición impresa de La Semana, pero los acontecimientos no dejan de ocurrir y en una breve edición para la web, desde la columna elucubradora hay que hacer algunos comentarios sobre recientes aconteceres.
Cada vez más duro se visualiza a un buen sector de la coalición multicolor en su competencia por el voto de derecha. Parece que la mano es a ver quién es más radical en sus planteos. Heber y su propuesta estrambótica de “delito de vagancia”, Zubía encabezando el equipo de seguridad del candidato colorado y Manini Ríos, designando a una coloniense que coqueteó con el Opus Dei como su compañera de fórmula pensando en octubre.
Eso sí, todos pescan en la misma pecera, es decir, entre los votantes que nunca votarían al FA, por lo que uno puede hasta suponer que en la coalición ven difícil seducir a los indecisos, tras cuatro años de gobierno y mil escándalos y quieren asegurarse algún lugar en el Parlamento que saldrá de la instancia de octubre.
Otro asunto que rinde en materia de pescar en la misma pecera es hablar mucho de Venezuela, sobre todo para desviar la atención de incómodas cuestiones locales. Desde el Presidente hasta el último referente nacionalista tiene la palabra “Venezuela” en la punta de la lengua (en su momento era “Sendic”), para cuando hay que asustar o es necesario cambiar de tema.
Mire, me voy a confesar con usted, durante distintos momentos del domingo 28 seguí la jornada electoral en Venezuela por Telesur (tranquilo/a, fueron solo ratos, no aguantaría todo el día con la matraca). Ya sé que es un medio totalmente parcializado, como también lo están todos los que transmiten la otra versión, la catastrófica que nunca me he creído, pero obviando eso, percibí una votación normal y un ánimo, un espíritu del chavismo muy fuerte, alejado de ese supuesto odio y rechazo que los medios internacionales dicen que tienen los venezolanos hacia su gobierno y sus gobernantes.
Sabe, hay una parte del mundo (incluida nuestra coalición multicolor y algunos sectores del Frente Amplio), a la que el único resultado que les sirve para decir que las elecciones fueron limpias es el que termina con la derrota de Maduro; mientras gane Maduro o el chavismo siempre habrá fraude para ellos y eso, sumado al escarnio mundial al que son sometidos, a los bloqueos económicos y al despojo de sus reservas, pareciera que en el venezolano medio no hace otra cosa que provocar rechazo y los lleva a reafirmar el rumbo que tanto molesta fuera de sus fronteras.
Cuando surgió la columna elucubradora, le dije que nacía para no repetir lo que los demás le dicen. Pues bien, respecto a Venezuela, sé que estoy yendo contra la corriente y así debe ser. Hace años que nos mienten, los chavistas no son ni déspotas ni santos, son una opción diferente de orientación de la cosa pública, como es también la cubana.
Es cierto que deben mejorar en materia de relacionamiento interno y externo, pero cuando a uno lo aporrean meta y meta, tiende a defenderse con las armas que tiene. Si me pegan, me defiendo y eso le viene pasando al proceso chavista desde las épocas del propio comandante Chávez, mientras lo ataquen, se defenderá y parece que está sólido, también en las urnas, aunque digan lo contrario los que no aceptan otro resultado que no sea la derrota de Maduro.
Por ahora se la dejo ahí. En la primera edición de agosto, ahondaremos en estos temas o quizás no, vaya a saber hacia dónde nos lleva la agenda. Lo cierto es que había algunas cosas que era necesario documentar antes que se evaporen en el éter informativo.
Imagen: El «chavismo» festejando el domingo a la noche (tomada de la web).
Por Javier Perdomo.