Elucubraciones

Elecciones departamentales, políticos «desocupados» y ladrones muertos

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¡Cuánta emoción alberga al escriba de pueblo la sola idea de retomar la escritura de esta columna! Es que con el ritmo en el que se desarrollan los medios electrónicos, uno no sabe si podrá estampar una nueva elucubración en el papel, por eso el arranque del año es de agradecimiento para quienes sostienen con su suscripción mensual este antiguo soporte de lectura, que no pierde vigencia por más “chirimbolos” de colores que inventen los cráneos de las compañías cibernéticas o tecnológicas. Así sin mucha vuelta más, empecemos el año veinte-veinte, a ver cómo nos va.

Más allá de ya la declarada emoción que me brinda retomar este espacio, le reconozco que no tengo muy claro el camino que debo emprender; las emociones de la transición no son tantas y el modo “paz y amor” en el que se sitúa la gente en verano, lo obliga a uno a pensar muy bien qué notas producir en las ediciones periodísticas de enero -y también en las de febrero-, porque el interés por lo noticioso escasea. Curtido en más de un verano de sequía informativa, aprendimos cómo sacar de donde no hay, para llevar un producto decoroso a los lectores, así que algo se nos ocurrirá; luego de leer esta columna, siga leyendo las páginas siguientes y así lo vera.

Claro que el verano veinte-veinte tiene la particularidad de estar signado por los movimientos políticos de cara a las departamentales del 10 de mayo próximo. Un montón de teléfonos que usualmente están apagados otros eneros, están muy activos en éste; es que más allá de los candidatos a la Intendencia, que ya están definidos en casi todas las tiendas partidarias, hay un sinnúmero de otras candidaturas, alianzas, puestos en las listas y cargos que están en etapa de negociación y hay que definirlos antes del 10 de abril, fecha en que se cierra el plazo para presentar las listas ante la Junta Electoral.

Eso ocurre en todos los partidos, por más que algunos sepan de antemano que no obtendrán nada del botín departamental (los obliga a salir al ruedo el sistema electoral), que puede no ser tan apetecible como el que “reparte” una elección nacional, pero que para ir tirando cinco años, no está mal.

Sí, así como usted lo lee, están en juego los “laburos” de mucha gente, mandos medios, directores, ediles (con “pingues” ingresos por concepto de combustible), concejales (que reciben un modesto viático, pero algo es algo), y hasta los advenedizos que andan detrás de los “mandamases” en procura del ansiado puesto público (ahora que somos multicolores, es seguro que la práctica clientelística se retomará con mayor fuerza, luego de 15 años en que fue difícil colocar gente), o de las migas que queden desperdigadas en la mesa.

Y en medio de toda esa caza furtiva del mejor lugar, quedamos nosotros -usted, su vecino, yo-, los pobres y simples mortales, que sólo aspiramos a llegar a fin de mes sin sobresaltos, los que queremos mejor salud, mejor educación (más trabajo, por favor, no), mejor cultura, mejores calles por las que transitar, ciudades más limpias y más plazas y espacios públicos, y que en definitiva somos quienes ponemos a estos “servidores públicos” en los lugares que ocupan o aspiran a ocupar.

Sabe, el final de la primera parte del proceso electoral, los resultados y lo que se nos viene, me dio lugar a sacar algunas conclusiones (el que no saque conclusiones de sus fracasos, está perdido). Lo primero es que desde que se profesionalizó por completo la actividad política y que todo aquel que anda cerca de un “comités” quiere un cargo, está difícil sostener ideales desde la política partidaria.

Digo esto luego de 15 años de gobierno frenteamplista, cuya dirigencia histórica siempre defendió ideas y no posiciones personales. Uno aspiraba a que esto siguiera ocurriendo así al gobernar, pero una vez llegados al gobierno, apareció un montón de gente queriendo ocupar posiciones; gente que no tenía la formación intelectual ni política necesaria para representar a un movimiento que se decía de izquierda, gente que vio la posibilidad del encumbramiento personal y que no dudó en darle un codazo al de al lado -quizás más capaz que él-, por una posición personal. Por estas cosas -y por muchas más, que no están en el espíritu de las elucubraciones de esta semana analizar-, es que sucedió lo que sucedió.

El problema pasa porque esa lógica se mantiene de cara a las departamentales y la banda de “desocupados” que dejará el cambio de gobierno, hace que los puestos departamentales de Montevideo por ejemplo, sean vistos con cariño. Algunos pelean porque de verdad quedan sin trabajo, otros por mantener una tribuna desde la cual no pasar desapercibidos cinco años, pero en definitiva sigue estando lleno de gente que va detrás del puesto por ambición personal y no por compromiso social, entonces desde ya se puede decir que no aprendieron nada de la derrota.

Pero bueno, qué me ando metiendo yo en las cosas que pasan en Montevideo, cuando acá en tierras josefinas, tenemos más de un entuerto sin solucionar desde hace décadas. Es mejor meter “violín en bolsa” y salirme hacia otro tema, que hasta puede causarme más problemas.

Mire, como el viernes no estuve en el departamento, por asuntos que no vienen al caso, al llegar al “pueblo”, me puse a leer algunas notas sobre el caso del policía que mató a un joven ladrón de 16 años para ponerme “a tiro” y elaborar mi propia nota al respecto. En uno de los sitios consultados -todos los periodistas nos leemos-, me dio por leer comentarios de los lectores (una práctica que no recomiendo), y quedé congelado en la pantalla del “ordenador”.

Cada comentario era peor que el otro; “bien matado” era lo mínimo, el odio y el desprecio que destilaban era sorprendente. Mire, yo no voy a defender al ladrón (tampoco entraré en los detalles del suceso), pero me pregunto qué se gana deseando o festejando la muerte de un ladrón ¿Usted cree que “matarlos a todos” es la solución? ¿A qué todos quiere matar, a los pobres infelices o también está dispuesto llegar a los de guante blanco? ¿Piensa que de verdad podrá “matarlos a todos”? ¿Y después que los mate a todos qué pasa, vivirá más seguro o le surgirá un nuevo enemigo al que matar?

La manija vengativa le ganó la cabeza a la gente y crece la idea de hacer justicia por mano propia (en pocas semanas se dieron dos casos, uno en Soriano y otro en Paysandú), que seguirá aumentando en la medida en que la fractura social, con las políticas que anuncia que aplicará el nuevo gobierno, se incremente y la delincuencia aumente sin que aparezcan las soluciones prometidas en campaña.

Yo ya se lo dije un montón de veces, la solución es que no permitamos que nazcan nuevas generaciones de delincuentes a partir de la integración social de los niños excluidos del sistema, no matar a los de ahora, pero como usted no se lleva por lo que dice un insignificante escriba de pueblo como uno, quiere ver correr sangre y está dispuesto a darle su merecido hasta el famoso “ladrón de gallinas” del que hablan mil parábolas.

Por ahí se la dejo. Esto es apenas una mínima muestra de cómo vengo para el veinte-veinte. Que habrá muchos enojados, ya lo sé, pero en definitiva para qué escribe uno si no es para no pasar desapercibido en el viaje de la vida. “Qué hablen de mí, bien o mal, pero que hablen”, decía alguien por ahí. En siete días, será tiempo de seguir dando que hablar.

Por Javier Perdomo.

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