La historia de la humanidad se viene acelerando por lo menos desde mediados del S. XV, época de grandes navegantes y feroces conquistadores que levantaron imperios y sentaron las bases del capitalismo. Pero a partir del S. XIX la aceleración en la velocidad de los cambios se intensifica hasta culminar en este vertiginoso nuevo milenio. Las preguntas que Lenin intentó responder en el ¿Qué hacer?1, a principios del XX, sigue teniendo validez y todos nos volvemos a preguntar, ante la magnitud de las incertidumbres que nos desafían: ¿Qué hacer?
Para intentar responder a tamaña interrogante, es necesario primero definir “que queremos hacer”, cuáles son nuestros objetivos, qué propósitos nos animan. Dónde queremos llegar. Qué futuro imaginamos.
Por decir algo: ¿somos anticapitalistas? ¿Queremos humanizar el sistema pero pensamos que no es posible cambiarlo en su esencia? ¿Tenemos un “modelo” para proponer como alternativa? La lista de preguntas pertinentes no se agota con éstas, claro. La línea de análisis que propongo no es novedosa, es un sendero trillado que ha sido transitado por numerosos militantes en diferentes tiempos y geografías.
Una conversación familiar volvió a ponerla sobre el tapete. Participaron algunos/as setentones “sesentistas”, otras/os cuarentones “hijes” nuestros y hasta algún sub treinta camuflado. Un intercambio uruguayo entre “zurdos” que venimos, o vamos, hacia diferentes vertientes del frenteamplismo. Somos, además, de origen judío, nada religiosos y avergonzados por la política colonialista del sionismo en Israel. Tenemos familia allí.
Bien, entonces… Para saber “qué” hacer o qué es lo que “hay” que hacer, debemos saber qué “queremos” lograr. Es difícil saber para dónde vamos, sin entender de dónde venimos. Hay quien dice: “si no sabes dónde vas, cualquier camino te lleva” y tiene razón. Para elegir el camino -el qué hacer-, hay que saber cuál quisiéramos como nuestro destino -qué queremos hacer-.
De la izquierda sesentista… La que armó el FA por un lado; la del MLN-T (y el OPR-33) por otro. A partir de la Revolución Cubana elegimos caminos distintos aunque declaramos objetivos similares. La estación final era alguna forma más o menos ‘real’ de socialismo. Había un amplio consenso en que la violencia es parte de los procesos sociales de cambio. La derecha la pone en marcha cuando reprime toda demanda. Para los “Tupas” lo primero era la acción porque “unía” mientras que las teorías nos “separaban”. Dejarse de discutir y hacer lo que hace la vanguardia: organizarse y pelear. Como me dijo (hace ya más de medio siglo) un comandante del ala más militarista: “la clandestinidad proletariza”. Había muerto Jorge Salerno en Pando; era un importante dirigente estudiantil, buen cantor y rengo. Lo cazaron al pío-pío tratando de huir a campo traviesa. Otros compañeros pasaron a la clandestinidad y a ellos se refería. Así se proletarizaban, o sea adquirían conciencia y cultura obrera… Escondidos, metidos, en un berretín.2
LOS TUPAS | Pretendían encender, en Uruguay, el pequeño motor que pondría en marcha el de la revolución social. Creían eso. Fortalecer “La Orga” era su “Qué hacer” y por eso apoyaron de forma “crítica” al FA naciente. Porque era un frente de lucha y la cantera de cuadros ideal para cooptar gente para la guerrilla… Nunca creyeron en el Frente como producto de la lucha de clases, herramienta que se dio la sociedad uruguaya para pensar, organizarse y luchar (porque la lucha electoral es fundamental. “El Bebe” no me deja mentir: quería un “Frente Grande”, no al Frente Amplio. Yo creo que algunos dirigentes del MPP siguen la vieja línea. No sé si son mayoría, pero marcan la cancha. Y por eso trabajan políticamente para el MPP y no para el FA. Considero que -por otras razones- los otros grupos (grandes), en buena medida, hacen lo mismo.
LOS BOLCHES | En la época de la creación del FA supeditaban su estrategia a la de la URSS. Estuvieron en la primera línea de todos los intentos de organizar amplias capas de obreros, estudiantes, profesionales, pequeños comerciantes y productores en un “frente policlasista” para enfrentar al Imperio y las oligarquías vernáculas. Disciplinados, organizados, formados políticamente, ejemplo de luchadores infinidad de veces. Pagaron un alto precio sin haber pegado un tiro… Pero la URSS no era la vanguardia del socialismo, ni su “modelo” ejemplo de nada. Su práctica obsesiva era liderar (copar) cuanta organización social hubiera y volverla “correa de trasmisión del partido”. Uruguay es uno de los pocos países en los que lograron renovarse y sobrevivir hoy, con mucha fuerza. ¿Conservan su viejo ADN?
LOS LATAS | Con más de 40 años de militancia en el PS no puedo pretender ser objetivo en el análisis. En realidad creo que más que “pensar” la izquierda, la “siento” porque soy parte de ella. Por eso todo este análisis no pasa de una pretensión de acercamiento a la realidad vivida. Por sí sirve de lección.
Nos propusimos ser vanguardia (sí, nosotros también), de una Revolución nacional, popular y socialista a la que consideramos parte del proceso social. No éramos motor, sino pensamiento organizado. No teníamos “modelo” sino horizontes. Se trataba -como dijo Guillermo Chifflet- de hacer posible lo que parecía imposible. “Hacer posible lo necesario” dicen ahora algunos compañeros. El énfasis en lo nacional y el atender las características particulares de cada realidad; el papel asignado a las masas, a su energía y conciencia, nos acercaba a Rosa Luxemburgo. En el análisis económico fuimos influidos por los norteamericanos (Paul Barán, Paul Sweezy, Leo Huberman) (3) y su teoría del subdesarrollo y la dependencia. En lo social y lo político las referencias lucen más entreveradas. ¿Mariátegui, Martí, Abelardo Ramos? Adherimos al tercermundismo y a un americanismo militante. Con el congreso en que se formuló la “Democracia sobre nuevas bases” se acentúa la idea de ser parte y producto de las luchas sociales. El cambio social concebido como cambios de/en la sociedad.
Después viene la carrera por los votos, la urgencia de ganar elecciones, el transar para agradar y agrandarnos… Junto con el crecimiento y el éxito electoral vienen los cargos y desastres varios. Entre ellos la intolerancia ante las disidencias y los cuestionamientos. En el PS apareció la dicotomía renovadores-ortodoxos y muchos fuimos empujados, por una interna feroz, fuera de los límites del conjunto. En buena medida hoy el PS volvió a su camino original y es una fuerza importante de la izquierda.
Tenemos chance. Los conjuntos, en matemática, se definen cuando sabemos si un elemento pertenece o no al conjunto. Se pueden definir por extensión haciendo una lista completa y si un elemento no figura está afuera. También se definen por comprensión, que significa dar las características que tienen sus elementos y sólo sus elementos. Entonces alguien está adentro si reúne las condiciones específicas. Sólo que lo que es claro y distinto en matemática, se complica en política; pasamos a creer en lo que cada uno declara.
Otros queridos compañeros. Hay una tradición libertaria que supo ser antimarxista y foquista. Otra cristiana que vivió tironeos y contradicciones. Las dos confluyeron con el PS en una valoración especial del cooperativismo. ¿Las cooperativas son una forma del reformismo? Esta rarísima pregunta ‘sobrevolaba’ algunas viejas discusiones políticas. ¿En qué términos la vemos hoy en día? La solidaridad y la cooperación no son parte de la cultura emprendedora (competitiva e individualista). El estatismo del PCU y el cooperativismo de estos grupos, durante años no se entendieron bien. ¿Cuándo comienza a ser antisistema una idea?
Por ahora quedan, por fuera de este comentario, los sectores llamados “astoristas”. Una realidad dinámica y compleja que aporta muchísimo al Frente Amplio. Confieso que los entiendo menos.
Intento mostrar cómo una media docena de corrientes de pensamiento confluyen en la correntada “progresista” que arrastra un montón de gente con ideas vagas, confusas, contradictorias, a veces. ¿Eso es la izquierda? 25 grupos más que hay en el FA y el montón de independientes. ¿Qué son? ¿Para qué son? ¿Por qué son?
¿QUÉ HACER? | Sigue siendo la pregunta. Si acordamos que se trata de cambiar el sistema y ganar elecciones sólo es una parte del problema (camino), podríamos seguir avanzando. Para construir algo los humanos primero imaginamos, visualizamos mentalmente el objeto realizado y funcionando. Eso es diseño. Luego elaboramos la secuencia de pasos que nos llevaría a su concreción, analizamos dificultades… La teoría está primero. Pero la práctica enriquece, corrige y legitima… O todo lo contrario.
1 https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/quehacer/que_hacer.pdf
2 https://www.marxists.org/espanol/lukacs/1924/lenin.htm
3 http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0301-70362005000100010
De David Rabinovich.