Opinión

Análisis de David Rabinovich: «El diálogo nunca se corta»

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Él lo dijo y yo lo comento. “Ustedes escuchan a mucha gente que quiere que el gobierno decrete cuarentena obligatoria, que quiere que el gobierno baje la cortina durante tres semanas o que no se haga nada durante un tiempo. Y después hay gente que le pide al gobierno que abra las actividades culturales y otro tipo de actividades, porque tienen que vivir. En ese equilibrio nosotros nos tratamos de mover” (Luis Lacalle Pou).

Diálogo. Es la discusión sobre un asunto o sobre un problema, con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución. Dos o más monólogos no constituyen un diálogo.

Aunque el diálogo no se corte -si es de sordos-, es una conversación improductiva. Yo quiero señalar que el presidente, antes de una importante reunión con integrantes de la oposición, programó la famosa entrevista con Blanca Rodríguez en el informativo del 10 para adelantar qué tenía decidido hacer y qué no. Mal punto de partida si en realidad quería llegar a algún acuerdo. Es que no es fácil intercambiar opiniones con quien zanja la discusión afirmando: “yo creo que no” en contra de la opinión de Rafael Radi y prácticamente toda la academia.

La hibris (en griego antiguo ὕβρις hýbris) es un concepto griego que puede traducirse como “desmesura” del orgullo y la arrogancia. No hace referencia a un impulso irracional y desequilibrado, sino a un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales (Wikipedia). Para los griegos la moderación era una virtud esencial. Resulta impresionante pensar que las tragedias griegas que tienen más de 2500 años gozan de innegable actualidad. En ellas la “hibris” aparece como la violencia ebria de los poderosos hacia los débiles.

En la poesía y la mitología antigua, el término fue aplicado a aquellos individuos que desafiaban a los dioses. La hibris era a menudo el hamartia (“trágico error”), de los personajes de los dramas griegos. Poseídos por un orgullo desmesurado perdemos el sentido de la justicia.

Ser justo no es fácil. Alega Luis, para sostener su teoría de la “libertad responsable” como virtud suprema y principal regla de la convivencia, que él trata de ser “justo”. La palabra hebrea para justo es “tsaddiyq”. Aparece 206 veces en el Antiguo Testamento y significa ser justo o lícito (legal). La palabra griega para justo es “dikaios”. Sin entrar a considerar las implicancias que tiene aceptar la desigualdad como característica natural y justa de la sociedad, me parece difícil entender por dónde discurre el pensamiento conservador de las elites en cualquier tiempo y geografía conocido.

PARA CEPAL | La “lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión” para algunos está de moda, para otros es un tema de primer orden en la agenda de la política mundial. Va de suyo que la importancia de esa lucha se basa en la existencia real de pobreza, desigualdad y exclusión. No se trata de Don Quijote luchando contra molinos de viento en los que ve gigantes. Cepal postula que un programa de lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social debe estructurarse sobre la base de tres pilares fundamentales: un crecimiento económico alto, sostenido y de buena calidad; políticas sociales que incluyan una fuerte inversión en capital humano y la distribución equitativa de los beneficios de ese crecimiento y voluntad política, fortalecimiento de las instituciones democráticas y construcción de grandes acuerdos para avanzar en el camino del desarrollo. Considerar alternativas al sistema capitalista o las características que podría tener una sociedad post capitalista, excede los límites de una nota de prensa así como mis capacidades.

El mapa de la pobreza. “De los 400.000 pobres que hay en Uruguay, un poco menos de la mitad son menores de edad. De los pobres de entre 18 y 65 años, alrededor de 55% trabaja. Hay gente que no trabaja, gente mayor, amas de casa, etcétera. De los pobres que trabajan, en torno a 40% son cuentapropistas con local o inversión, y alrededor de 45% son asalariados privados. Dos tercios son informales” (1).

¿Estamos, una vez más, frente a la confusión entre trabajo y empleo remunerado? El trabajo socialmente útil, importante, imprescindible, no siempre se presenta bajo la forma de empleo formal, ni siquiera es que todo trabajo esté vinculado al mercado. El trabajo va más allá de la oferta, la demanda y el intercambio monetario… Considerar que un ama de casa no trabaja es una concesión a las teorías económicas que la realidad no avala.

 

¿TODO VALE? | En un curso de ventas, de tantos que hice en una de mis muchas vidas pasadas, se postulaba que “la competencia desleal no existe”. Cuando se compite por una venta “todo vale”: los dedos en los ojos, codazos, patadas, escupir, pellizcar o tirar del pelo afirmaba nuestro profesor. Siempre pensé que era una buena alegoría sobre el capitalismo y las leyes de los mercados.

Sobre el papel de la justicia. Quizá por lo expresado “ut supra” irrumpen con tanta fuerza, en la vida política, las “fake news” y el “lawfar”. “La judicialización de la política es la mejor forma de cancelarla. Lo que debiera negociarse entre los partidos o en el Parlamento se lleva a Tribunales” (2). El tercer y el cuarto poder son parte de “El Poder”. Demasiadas veces le llamamos democracia a lo que es sólo una plutocracia más o menos bien disimulada.

Los “Popularicos”. Dicen que hay dos maneras de constituirse en representante legítimo de mayorías (circunstanciales o no): tener su reconocimiento explícito (¿votos?), o defender objetivamente los intereses de esas mayorías. Supongo que una forma de tratar de ser representante legítimo de intereses populares sería pararse de manera más clara ante los poderes reales, sobre todo en el terreno económico. Aunque no sea fácil competir por el relato. ¿Contra los medios nada puede hacerse, salvo prestarles menos atención?

Es un panorama mundial. En todas las latitudes se plantea el desafío de qué hacer “ante las posturas de los poderes reales, que han desatado una guerra impiadosa, incansable y muy inescrupulosa” (3).

Acá como allá “El diálogo es una entelequia. Cuando la derecha arremete no hay jurisprudencia, Constitución, ni límite que se respete. Está en juego el poder, lo que implica decidir a quién benefician las políticas que se decidan” (4).

 

1 https://ladiaria.com.uy/economia/articulo/2021/5/dudas-mitos-y-verdades-sobre-la-pobreza-en-uruguay/

2, 3 y 4 http://socompa.info/politica/despues-de-la-unidad-que/

 

Por David Rabinovich.

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