Cultura

Vuelve el teatro a la Casa con «El niño invisible» de Aldo Pérez

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Con una puesta en escena obligada a reducir aún más la limitada capacidad de cada función que en su formato original ya se preveía, el próximo sábado en la Casa de la Cultura de Libertad vuelve a la Sala María Búa de Casa de la Cultura “El niño invisible”, obra unipersonal escrita y dirigida por Aldo Pérez e interpretada por Agustín Benzano. La pieza fue estrenada en octubre de 2019 y será la primera actividad de sala de la institución cultural tras el duro receso generado por la pandemia.

LA OBRA| Aldo Pérez habló con La Semana y a modo de introducción a la obra dijo que “es la línea temporal de la vida de una persona, el ascenso, apogeo y caída de alguien que a través de la ficción trata de acceder a la realidad de su vida. Ese viaje o camino lo comparte con el público y se va construyendo de anécdotas, de obras de teatro, de canciones y muchas cuestiones que hacen que el lenguaje utilizado intente jugar un poco con los límites entre la realidad y la ficción”. Agregó que “no se termina de entender qué fue lo que realmente pasó y cuál es su interpretación, tal vez hoy ese tema de la post-verdad puede venir a cuento”.

El dramaturgo explicó que “se trata de un recurso narrativo, no se pretende en ningún momento cuestionar las formas de la post-verdad ni nada que se parezca. La filosofía a la que se puede acceder tiene más que ver con las reflexiones y las formas de ver el mundo de un personaje”.

Pérez agregó que “si bien no lo juzgo (al personaje), tampoco estoy de acuerdo con todo lo que piensa o hace, de hecho algunas cosas me parecen despreciables, pero al mismo tiempo trato de entender la dimensión de su mundo y por qué hace algunas cosas. Es como mirar en el microscopio una realidad, la niñez y la adultez de un tipo y su forma de ver al mundo y hasta al universo”.

El autor explicó que el foco está “siempre buscando que a pesar que sean nefastas las cosas que le pasaron, intentar de entender por qué una persona puede acceder a ciertos métodos, al exceso y a muchas cosas que le van pasando en el curso de su vida y que son básicamente válvulas de escape a partir de un suceso muy trágico de su niñez”.

EL PERSONAJE| En ese sentido Pérez dijo que “a partir de ese hecho el personaje trata de juntar los pedazos y utiliza la ficción como pegamento para unirlos, eso a modo de resumen, pero hay muchas aristas diferentes. Surgen distintos personajes que no se sabe si son reales o no, que refieren a momentos de su vida y que son solo su forma de verlos, utilizando a veces una ventana grotesca para meterse, es difícil hacer una lectura de qué tan real pueda ser eso”.

En paralelo el autor agregó que “si lo llevamos al mundo real nosotros estamos constantemente viendo nuestras experiencias y las cosas que hemos vivido con una subjetividad que puede llegar a ser muy mentirosa respecto a lo que nos queda y podemos preguntarnos ¿Qué pudo hacer este loco con esa experiencia?, ¿Cómo la pudo transitar o qué película se creó para poder hacerla tolerable? Es algo que creo que hacemos todos, acá estamos ante la teatralización de eso, porque justamente el personaje una de las cosas que utiliza es el teatro, para poder avanzar, para ponerle la tapa o cerrar algo sin que el mundo le duela “.

LA FÉ| Cada quién resuelve como puede sus cuestiones existenciales. Dijo Pérez que “estas cuestiones yo siempre las vinculo con lo religioso, el personaje se plantea un mundo caótico en el que lo que se necesita es cerrar algo, ‘si yo me porto bien y hago ciertas cosas en vida, voy al cielo’ y así la vida es más sencilla, nunca me voy a cuestionar, siempre Dios está conmigo por ejemplo”.

Sin embargo “en realidad el personaje accede a una parte más caótica de la vida, está solo, le pasaron cosas, más allá de los modelos que utiliza para relativizar esa realidad. Todo esto se transita con cierto lenguaje, el personaje apela mucho a películas o a literatura, la obra es muy referencial a canciones, a películas, tiene también algo generacional, porque la música refiere a una generación”.

Sobre un cierto grado autoreferencial de su obra, Pérez dijo que “obvio que esa música es la que a mí me gusta, porque inclusive a mí también me sirvió en algún momento para explicar algo que a mí me pasa, va por ahí”.

Pero la trama “trata de ser entretenida en su propuesta, se busca generar una dinámica del personaje para que no se sumerja mucho en sus experiencias, en los momentos, que no sea repetitiva en la ficción que logró”.

La obra dura una hora, sin embargo eso puede variar. Autor e intérprete se conocen tanto que surge la pregunta respecto a la libertad del actor a la hora de cada presentación. Pérez dijo que “por estar muy trabajado no hubo mucho espacio para la improvisación, de hecho no lo hay, pero sí trabajamos para que surja esa sensación” y explicó que él busca “ensayar y ensayar, para integrarlo de forma tal que parezca que se improvisara, ensayar él cómo el actor llegó hasta ese lugar, me gusta eso con cosas que son tan específicas, se propone una estructura de la obra que es muy precisa”.

Agregó que “todo lo que dice el personaje es por algo, al menos intenté que fuera de esa manera, no hay rellenos anecdóticos. La improvisación puede darse en el tono, no en cambiar palabras, para este proyecto en particular no fue la forma, sí tal vez en otras propuestas donde se ha trabajado más con el actor y su propuesta. Acá ya todo venía como cocinado de entrada, la idea es bastante hermética en cuanto a cómo se contaba según estaba narrada, la literatura de la obra es bastante específica”.

LA PUESTA| La puesta en escena de El niño invisible está diseñada con el público sobre el escenario, para su reposición en este momento. Pérez dijo que “preferí sacrificar el número máximo de público, de 25 a 15 espectadores, pero no la propuesta escénica, la obra está concebida para verla desde esa perspectiva, si la hago ver desde las butacas se perderían un montón de cosas que para mí son muy importantes”.

Agregó que “colocamos módulos para una o dos personas, manteniendo la distancia, preferimos eso a bajarla a la sala que es algo más frío o distante que no es el espíritu de la obra”.

El niño invisible se presentará en la Casa de la Cultura de Libertad a las 20 horas el 5, 6, 12 y 13 de setiembre. La venta de localidades es exclusivamente por reservas al 091 082 829 o por el Instagram de la obra que es invisible.juguete. Así “se dispondrá adecuadamente la ubicación sólo para esas 15 personas, ya sabremos si la persona viene sola o acompañada”.

Después de su reestreno en Libertad la obra tiene ya confirmadas algunas presentaciones en otros escenarios. El 19 y 20 de setiembre en el ECIE de San José de Mayo, a finales de octubre participará del Festival del Litoral en Carmelo, y se están manejando fechas para dos presentaciones en Montevideo, en Ensayo Abierto de la Ciudad Vieja y también otra fecha para Piriápolis. Eso sin descartar que sea necesario establecer más funciones en la Casa de la Cultura.

Por Jorge Gambetta.

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