Cultura

Taller de teatro de Casa de la Cultura culminó el año con «Crónica de la espera» de Carlos Manuel Varela

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El pasado fin de semana en la Casa de la Cultura de Libertad se realizó el cierre de actividades del segundo año del Taller de Teatro para adultos bajo la dirección de Juan Manuel Rey y Fernando Parodi. Con una sala colmada el sábado se pudo disfrutar una presentación estupenda de los 11 alumnos-artistas que demostraron estar prontos para hacer grandes trabajos sobre las tablas.

OBRA| El texto elegido rescata a un dramaturgo uruguayo que no ha tenido quizás la difusión que habría merecido, tal vez por su propio bajo perfil, aunque haya dejado exquisitas creaciones; “Crónica de la espera” fue la primera obra presentada por Carlos Manuel Varela (1940-2015) en la post-dictadura. Estrenada en 1986 bajo la dirección del propio dramaturgo uruguayo, significó la liberación del texto para el abordaje explícito del pasado reciente. Tres mujeres que buscan a sus familiares detenidos-desaparecidos, tres historias distintas con sus puntos comunes, que Varela hará coincidir inteligentemente con recursos magníficos pero de compleja interpretación.

Las largas esperas de las familias, el peregrinar de un lugar a otro en busca de información sobre esposos, padres o hijos, la confrontación a las frías, evasivas y contradictorias estructuras del autoritarismo, la persistencia, los miedos, la evocación a historias personales, la memoria como protagonista irrenunciable de un pasado que no debería resultarnos ajeno y que nos compromete en el “nunca más”.

El autor evita los efectos fáciles y sin embargo la interpretación de la propuesta es un torrente de emociones por el dramatismo que las situaciones generan en los actores y que llegan al espectador generando desde risas nerviosas ante la situación que podría reconocernos, hasta el límite de la lágrima por esa desesperación de la madre que clama saber lo que ocurrió con su hijo o el hijo que se quedó con tantas preguntas para su padre y espera en todo momento, su regreso.

Una obra sin mensajes políticos definidos, pero tan política como el arte mismo, con los sentimientos más humanos, desde el miedo, la negación como escudo, la esperanza como motivación y la espera, porfiada, obsecuente, empecinada.

REPARTO| Un hecho a destacar es la incorporación, 48 horas antes de la primera función, de Verónica Pereda por razones de fuerza mayor que impidieron la participación de una integrante del elenco. La ya experimentada actriz leyó el libreto y aceptó el reto, interpretando su papel en sintonía con el resto.

Agustina Martelo interpreta de muy buena manera tres personajes masculinos, al niño Martín, a Hugo nieto y al Hugo hijo, desdoblándose de uno a otro con admirable solvencia desde la apertura hasta el final de la obra.

Sofía Benítez y Tania Terra interpretan diferentes etapas de la vida de Isabel, cada una en su época, con sus temores y la complicidad del amor más la esperanza que también se alimenta del amor por su pareja desaparecida.

Verónica Pereda y Steffani Boggio a su vez interpretan a Emilia, la madre y abuela incansable que busca respuestas y está dispuesta a dejar su vida en la espera, sin claudicaciones, sin renuncias.

Laura Antognazza y Ana Emilia Iglesias encarnan a Delia, madre y esposa, con ausencias y temores según la época que se evoque y tocada también por la incertidumbre de la desaparición.

Yanina Benzano es la Señora López, el rostro frío de la burocrática dureza del régimen, la encargada de desanimar la búsqueda y distorsionar la información.

Jiuliana Saavedra es Cecilia, la hija rebelde y perspicaz de Delia, comprometida y desafiante, también a la postre víctima por su madurez y compromiso.

Israel Guerra interpreta a Diego, el amor de Isabel, el periodista comprometido y arriesgado que quiere contar lo que sucede en tiempos oscuros, cuando el sentido común de todos invita a callar y ocultar.

Finalmente Elías Delgado es Bruno, el amor de Cecilia, su cómplice y todo, también periodista y tan comprometido y arriesgado como ella en la parte de responsabilidad que quisieron asumir para develar la verdad.

A todos y todas, un “aprobadísimo” con mención, supieron encarar un texto complejo y meterse en el personaje que les correspondió dando en cada caso el perfil adecuado para comunicarse con el público con un golpe profundo que libera emociones y sensaciones, misión más que cumplida.

A los responsables, Fernando Parodi y Juan Manuel Rey el merecidísimo reconocimiento por un trabajo que se percibe desde el principio al fin y una mención especial por rescatar a “Manolo” Varela y plantarlo con su estilo personal sobre las tablas de la Casa de la Cultura. Salvaron con creces el desafío de una trama compleja con una puesta en escena que tuvo la iluminación acorde en la solvencia acostumbrada de Ana Fernández.

PROTAGONISTAS| Tras la actuación La Semana tuvo el privilegio de compartir una charla con el grupo, docentes y artistas, Fernando Parodi explicó que “el año pasado ellos habían trabajado con Juan en la parte de improvisación, este año el grupo se planteó el objetivo de trabajar sobre un texto, allí Juan me invitó a participar y entre los dos armamos una planificación del trabajo, una primera parte de entrenamiento actoral, luego vimos algunos pantallazos de lo que es el realismo escénico y nos instalamos un poco en Brecht y ahí conectamos con esta obra que tiene una dramaturgia brechtiana y las posibilidades de puesta en escena brechtiana absoluta, en la ruptura del realismo, tiene una estructura fragmentada que si bien se trabaja con lo real, rompe esa ilusión de que algo esté pasando de verdad ahí”.

Parodi agregó que “me interesaba la combinación de una teoría brechtiana un tanto lejana con un texto de autor nacional y entonces tomamos a Carlos Manuel Varela para los dos ejercicios, para el realismo trabajamos con algunas escenas de él, y para el trabajo brechtiano nos metimos en esta obra que fue bien recibida por el grupo”.

Sobre cómo recibió el grupo el texto propuesto por los docentes, Steffani Boggio dijo que “suponía una dificultad por su temática, que es muy delicada y exigía trabajarla con mucha delicadeza”. Por su parte Ana Emilia Iglesias dijo que “me surgen una mezcla de sensaciones, además en mi personaje de Delia actuaba desde un lugar del desconocimiento y la negación de lo que ocurría en realidad”.

Tania Terra dijo por su parte que “el estar recordando y estar en ese banco presente nos hace como plantearnos tanto como actor como desde la vida cotidiana cómo veríamos la vida si nos pasara realmente esto, en la relación de pareja, el estar con alguien y saber que ese alguien se arriesga para salvar a otros o para contar algo más allá de su propia persona, el buscar información y tratar de convencer al resto de que algo está pasando y que no se debe ocultar a pesar de saber que va a terminar en ese agujero, en ese lugar que no está bueno pero la gente tiene que saber lo que realmente pasa, también ese tener que contener al hijo, contenerse una misma, buscar información y seguir luchando”.

Sofía Benítez dijo que “el año pasado habíamos hecho improvisación, obviamente esto es diferente, debe encararse con otra cabeza, es mucho más fuerte, hay que cargar con un personaje que no lo crea uno, y hay que sentirlo y hacerlo parte de uno”.

Verónica Pereda recibió un aplauso de sus compañeros y dijo que “todo el grupo merece un aplauso porque todos también debieron adaptarse al cambio de último momento” y agregó que “desde lo personal fue especial el papel por mi condición de madre, no pensé mucho para aceptar la propuesta, leí el libreto que no conocía y las compañeras con las que interactuaba fueron las que más me ayudaron, por lo que fue un gran trabajo en equipo que les agradezco muchísimo porque aunque uno pueda poner lo mejor si no está el resto en el aguante es imposible”.

Agustina Martelo explicó que “debí ir del niño al adulto, con momentos de inocencia pero plena consciencia de la situación, interpretar a Martín, que es un niño particular que me parece que era muy consciente de lo que estaba pasando y también al niño Hugo y al Hugo adulto, fue un lindo desafío”.

Yanina Benzano que encarnó a la fría señora López dijo que “me pasaba que yo también quería tener emociones y el personaje era todo lo contrario” y Laura Antognazza por su parte agregó que “yo no quería moquear, me tocó ser la Delia negadora y si me hubiese tocado una más sensible me habría costado mucho, como me costó mucho encontrar esa parte sensible del personaje que en algún momento también la tiene”.

 

Por Jorge Gambetta.

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