«El libro de los mitos: Los niños perdidos”, editado por Random House, es la segunda obra de Pedro Peña que forma parte de la misma saga. El texto está orientado a todo público, pero se recomienda su lectura desde los 12 años.Dos niños son los protagonistas de una historia que entrelaza la realidad con los sueños. En ese camino se mezclan lugares, historias y también distintas épocas espacio-temporales.
A través de dos personajes, Pedro Peña logra mostrar en “El libro de los mitos: Los niños perdidos” -su último trabajo editorial-, una tierna historia que si bien no tiene grandes sorpresas, genera en todo momento nuevas situaciones, logrando así una lectura ágil. Una de las particularidades que se descubre al meterse con este texto del escritor maragato es que en la misma novela se cuenta lo que le pasa a varios niños.
El libro está conformado por una historia central, la de Eric y Emma, a ésta se le suman otras, unas que aparecen separadas, al inicio de cada capítulo y también otras dentro de la parte central. Esas historias son de otros niños que no están en el mismo espacio temporal que los protagonistas.
En todo momento el libro tiene un juego con dos polos: el los sueños y el de la realidad. Estas dos puntas están misteriosamente unidad por “El libro de los mitos”, que es el elemento central de la acción de esta historia. Todo lo que pasa, pasó o podrá pasar con este legendario libro mueve a los niños protagonistas y los coloca en escenarios que pintan lo compleja que puede ser la realidad una vez que este fabuloso libro aparece en escena.
De forma muy inteligente Peña genera la idea de que no sólo el objeto en sí mismo -el libro de los mitos-, es el importante, sino que su valor está en el que cada persona le dé. Al igual que con otras ideas presentes a lo largo de la historia, como la de familia o amistad, el autor logra inducir un lindo mensaje sin ser aburrido y explícito.
Pedro Peña genera esto siempre con oraciones cortas, con descripciones claras y desarrollo de acciones. No abusa de los monólogos internos de los personajes ni tampoco en ondas explicaciones sobre aspectos que no refieren en concreto a lo central de la trama.
Si bien los niños son los grandes protagonistas de esta obra, el rol de los adultos está presente, son los facilitadores de las acciones de los personajes principales y también son sus antagonistas.
Peña no genera una idea hostil del mundo adulto, por el contrario deja en claro que el paso de los años puede ser algo interesante. El padre de Emma, la co-protagonista de la historia, en un hombre que aparece en una sola situación, pero es nombrada en otras. Este hombre pertenece al mundo de los adultos, pero sigue en todo momento el objetivo de estos dos niños, y es una de las piezas claves en la historia.
Un adulto misterioso, que es pintado de forma muy breve como el “malo” de la historia, persigue el mismo objetivo de estos dos niños. Peña no crea un ser nefasto que ataca sin sentido a estos chicos, y si se lo piensa de forma clara, este hombre está en busca de algo auténtico.
Hay otros personajes que van y bien, con sus propias características, el autor tiene la capacidad de generar roles fuera de los estereotipos clásicos. Este elemento le da frescura a la historia y la aleja de las clásicas historias infantiles, donde los buenos son buenos en extremo y los malos solo conocen la maldad como forma de relacionamiento.
HISTORIA | El título de este libro del autor maragato, trae la idea sobre la que gira la historia, y pasados los primeros capítulos se va dibujando de una forma clara. «Los niños perdidos» parecen ser solo los que aparecen en las historias que funcionan en paralelo a la novela, pero luego todos los personajes comienzan a mostrar rasgos que los dejan en muchos momentos como confundidos, alejados o al menos sin saber dónde están y por qué.
Lo interesante de las historias que se cuentan en forma paralela es que son de un contexto muy distinto, y en todos los casos los niños que las protagonizan logran defenderse. Peña transfiere una idea de superación, y cuenta con fino detalle lo que pasa en cada uno de estos mundos.
Las narraciones que aparecen al inicio de cada capítulo -cuentan la historia de un niño que se enfrenta a una manada de lobos-, están escritas con un uso del lenguaje que logra colocar al lector en la escena y en la cultura que se muestra. Sin dudas, son los fragmentos mejor logrados y con mayor espíritu aventurero de todo el libro escrito por Peña.
Si bien “El libro de los mitos” y todo lo que pasa con él, es lo que genera el ambiente más místico, y es seguramente el elemento que pinche y atraiga el interés de los más chicos, no es el tema central de la historia. El tema parece ser bastante más profundo y es la búsqueda de la identidad.
En el libro aparecen niños perdidos, solos, que no saben ni dónde están, menos por qué, pero también tenemos a nuestros héroes, que abandonan su hogar y salen por la ciudad a tratar de entender qué quieren decir sus sueños.
Fuera de esta historia que funciona en paralelo, esta historia cuenta una estructura clásica, hay una presentación, un nudo y una resolución clara, que deja de todas formas, una ventana abierta para nuevas historias. La acción constante, los diálogos y los giros entre lo soñado y lo real, más la brevedad y consistencia de cada capítulo hacen que la lectura sea entretenida.
Es un libro recomendado para niños mayores de 12 años, que podría captar a más pequeños que con la lectura de un adulto podrían meterse en este mundo. «El libro de los mitos: los niños perdidos», podrá despertar en adolescentes que pasan por su etapa de plena rebeldía poco interés, pero los adultos seguro podrán tener a bien meterse en estas historias dónde lo soñado es parte de la realidad.
Por Karen Parentelli.
