El próximo jueves 16 y el siguiente, el 23, regresa a la Sala María Búa de la Casa de la Cultura uno de los artistas más consolidados del humorismo nacional, Gustavo Perini, reconocido en el ambiente artístico como “El Gran Gustaf”. El polifacético actor, se presentará en la Casa de la Cultura de Libertad para estrenar su monólogo “La Galleta de la Fortuna” en un año que lo encuentra celebrando sus 25 años de carrera profesional y en una nutrida agenda de actividades. La Semana dialogó de la siguiente manera con el creador de múltiples personajes, entre ellos el de Gustaf van Perinostein.
LS: Este año estás cumpliendo 25 años de trayectoria, en un mercado con muchas limitaciones como el nuestro, ¿cuál es el secreto para mantenerse vigente sin que la ola de la modernidad te sobrepase?
GP: Yo creo que primero, obviamente, es el amor y abrazar la vocación que luego se convierte en profesión, abrazarla profundamente, entregarse en cuerpo y alma a lo que uno cree que es, justamente, su misión en la vida, en mi caso es ser actor y conmover a los demás mediante la risa, por eso esa frase el humor salvará al mundo.
A partir de ahí hay que crear un estilo que a uno lo identifique, hacer siempre lo que uno quiere, con total libertad, ya sea en monólogos, en radio o televisión, ser el supervisor general de un trabajo artístico propio, con voz propia sobre todo, como los juglares, o los cantautores, en mi caso que soy monologuista también, tener una voz propia y también nunca estar en una zona de confort.
El arte tiene que ver decididamente con el riesgo, arriesgar todo el tiempo, cuando veo que estoy en una zona de confort intento generar un proyecto que me implique riesgos, que me desafíe e implique una evolución artística ya sea en televisión o radio o en algunos de los grandes espectáculos que hemos hecho en el Teatro de Verano o el Estadio Centenario.
LS: Has tenido muchos maestros y trabajado junto a grandes directores, ¿si tuvieras que elegir a uno, quién sería y por qué?
GP: Hay varios, obviamente que Alberto Restuccia fue mi gran maestro junto a Luis Cerminara, pero Restuccia fue quien me hizo debutar profesionalmente dentro de un monólogo de él, aunque a nivel de teatro mi debut fue con una obra mía en un Encuentro de Teatro Joven, pero Alberto Restuccia si me marcó, sobretodo en la manera de vivir el arte, él utilizaba mucho la palabra libertad, hacé lo que quieras, no te fijes en lo que puedan decir de ti, la verdad está cuando abrazas lo que amas y haces lo que tu pulsión artística requiere, ese nervio artístico que te lleva a escribir esto o actuar aquello y lo voy a actuar de esta forma, lo voy a plasmar tangiblemente de esta manera, mi pensamiento, mi sentimiento cobra una forma artística y también se plasma en el modo que uno elige con total libertad.
LS: Este año estás haciendo Feliz Día por Radiocero, ¿cómo te sentís en la tarea de conducir, opinar, siendo el responsable o uno de los responsables del programa?
GP: Estoy muy contento, es algo que yo ya había experimentado en Océano FM con un programa en la mañana que se llamó “Amanece que no es poco”, ahí adquirí una experiencia notable y le tomé el gustito, pero ese programa iba muy temprano, a nivel de producción no lo pude mantener, no aguanté yo, yo tenía shows en los que regresaba a las 3 de la mañana y a las 5 tenía que estar ya arriba para producir el programa.
Luego llegó la oportunidad de Radiocero y creamos esta propuesta que yo digo que es un programa bisagra para remontar la jornada, apuesto a lograr un tipo de comunicación emotiva y emocional que conmueva y cambie el estado de ánimo de quien está escuchando.
Mi idea no es demostrar que sé algo a nivel intelectual ni cuanto bagaje puedo tener, ni bajar ningún tipo de línea política, lo que quiero es que quien esté escuchando, si está mal anímicamente, cambie esa pisada y esté mejor, me parece que la comunicación, el teatro, las artes, tienen que ver con eso, con conmover al otro, que el otro salga diferente, luego de escuchar el programa.
LS: Has hecho teatro, radio, cine, televisión y has publicado libros, ¿en qué medio te sentís más cómodo?
GP: Estoy totalmente cómodo en todos, mi nacimiento es en el teatro, y antes que nada soy un actor, un actor que escribe, soy un actor que tiene un programa de radio, puedo tener una charla en público, buceando y curioseando en el alma del otro, pero soy un bicho de teatro, yo podría estar haciendo radio, televisión, escribiendo libros, pero si mi cuerpo no está haciendo teatro, lo voy a notar y mucho, porque fisiológicamente estoy acostumbrado a actuar frente a una platea.
LS: Hablanos un poco de “La Galleta de la fortuna”.
GP: Es un monólogo sobre la suerte, intenta ser una reflexión sobre cuando nosotros, a veces muy banalmente, pedimos suerte, como ejemplo algún conocido, familiar que pide ganarse el 5 de Oro, quiere tener un bombazo de suerte, y si te ponés a leer atentamente tal vez ya sacaste el 5 de Oro pero de otra forma, ya tenés una familia, una pareja que te ama profundamente, tenés unos hijos maravillosos y tiene que ver con valorar y agradecer lo obvio, una ducha caliente, una cama calentita, un plato de comida, eso ya es tener suerte.
El pretexto de esa galleta que aparece en las películas, cuando la gente come comida china donde hay una galleta que se rompe y sale un mensaje de premonición o de predicción es el hilo conductor de una historia que se desencadena con una llamada, en lo profundo de la noche, que tiene que ver con el pedido de suerte.
LS: A veces el arte popular se ve menoscabado precisamente por ser “popular”, ¿sos un artista popular?
GP: Si, y me encanta, mi misión es ser alguien popular, lo popular no va en desmedro de la calidad artística, yo me he sacado grandes gustos, por ejemplo en el Teatro de Verano, para 5 mil personas les leí un poema de Bukowski, siempre me gusta acercar la cultura o a artistas que la gente no conoce. Sin ir más lejos, el 30 de diciembre del año pasado con un mes de antelación se agotaron las entradas para mi espectáculo de fin de año en el Sodre que se llamaba “El Humor Salvará al Mundo”, donde recorríamos la vida de los grandes capocómicos de la historia, ni más menos que actuando con la Orquesta Juvenil del Sodre, el Coro Infantil del Sodre, con obras de Beethoven, con todas las bandas sonoras de los grandes cómicos hicimos un espectáculo sumamente culto, refinado, pero también fue un espectáculo popular.
LS: ¿Cómo te manejás en estos tiempos de cambios sociales y culturales para sostener un nivel de humor que no hiera ciertas sensibilidades?
GP: Yo siento que uno se puede reír de todo, lo que hace el qué es el cómo, antes nuestras abuelas nos decían fulano vino con segundas intenciones, y tenían razón porque uno tiene una primera intención que es la que vale, si yo intento hacer reír y me estoy riendo de alguien con la intención de burlarme, hacer mella, dañar, eso no es de mi gusto, mi función es cambiar el estado de ánimo, me puedo reír de todas las cosas, pero si alguien está llorando no va a ser humor.
Si alguien es dañado, no será humor, debe primar el sentido común, eso que se llama buen gusto, que es como un tester que tiene cada uno, yo me he reído de casi todas las cosas, pero desde el punto de vista de reírme y nada más, no para generar un daño o dar un mensaje.
Mi humor tiene que ver con alguien que nació en un barrio, y lo que más se utiliza en un barrio es el absurdo por todos los personajes que hay, la respuesta rápida y la picardía que tiene que ver con ese razonamiento rápido que deja el paréntesis abierto para que lo cierre otro, no con lo explícito.
LS: Regresas a la Casa de la Cultura de Libertad, ¿cuál sería tu mejor invitación para que la gente vuelva a verte?
GP: Siempre hago la primera función de todos los monólogos allí, le tomé un cariño muy especial a la Casa de la Cultura de Libertad donde entiendo que hay una movida cultural muy interesante, conocí muchachos que están agitando culturalmente a Libertad y las zonas aledañas.
Para mí es muy importante la primera función y ha sido una cábala, un tema energético que luego los monólogos se iluminan por la buena onda, la alegría y es como un bautismo para mí, simbólicamente es una función muy importante, será un estreno total y los invito a todos a compartir ese momento porque cada vez que se ha dado, siempre a sala llena, ha sido una función para celebrar.
Este va a ser el cuarto monólogo que voy a estrenar allí. Recuerdo que en una función yo hablaba de lo máximo que recordaba de cuando era niño y que era ver un kilo de masas en vivo, hice dos funciones, para la segunda, una confitería de Libertad me llevó un kilo de masas, fue increíble, divino, pero esas cosas generan una fiesta y además es una sala muy cálida, muy acogedora.
Por Jorge Gambetta.